lunes, 5 de noviembre de 2018

DÍA DE MUERTOS (Deberían haberme avisado)

Deberían haberme avisado
El día había sido frío, casi invernal. Tras el funeral una pequeña comitiva subió al cementerio para dar el último adiós al difunto. Cuando entramos en el antiguo recinto de calles empedradas acababa de encenderse el alumbrado que apenas iluminaba las esquinas donde tiritaban desnudas unas bombillas sucias de polvo. Llevaba preparados unos versos de despedida que leí emocionado ante la tumba. Al levantar la vista del papel me di cuenta sobrecogido de que me habían dejado solo ante una lápida que tenía mi nombre grabado y un breve epitafio que decía
EMILIO BELTRÁN TORRES
EL  POETA  QUE  LLEGÓ  DE  MÉXICO
Alguien debería haberme avisado. Se habían marchado todos y entre lágrimas logré distinguir, al final de la calle principal, cómo los últimos abrigos negros abandonaban el cementerio en silencio. Hacía mucho que el sol se había ocultado y el sereno comenzaba a humedecer las flores de la corona. Sentí un frío inmenso. Allá adentro sólo se escuchaba el revuelo de los gorriones acurrucándose para pasar la noche entre las ramas de los cipreses.
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